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Por qué a los niños o niñas les gusta ver una película o escuchar una canción miles de veces?

Imagino que es una pregunta que se hacen los padres cuando deben poner por quinta vez la misma película o la misma canción. Este interés profundo y repetitivo de los peques puede resultar frustrante para los padres que quieren ofrecerles algo diferente.

Sin embargo, la respuesta es simple tiene relación con su sano desarrollo neurológico. Existe una razón científica para que los infantes quieran escuchar una canción una vez y otra vez, lo mismo pasa con las películas: su cerebro está hecho para aprender por medio de repetición de patrones, lo rutinario les enseña lo que sigue y además de aprender a través de ello les brinda seguridad y confianza por saber lo que va a pasar. Esta es la manera en la que el cerebro infantil aprende habilidades físicas y prácticas, así como el sentido del mundo en general.

En la misma argumental lo señaló Javier Aguado-Orea y Diarmuid Verrier, ambos profesores titulares de Psicología, Universidad Sheffield Hallam, Reino Unido.  Esa repetición tiene en realidad grandes beneficios para el aprendizaje y el bienestar de los niños. Una de las razones es el llamado «efecto de aporte». No es un concepto nuevo en la ciencia cognitiva.

En busca de patrones

Los investigadores descubrieron un fenómeno conocido como «aprendizaje estadístico». Según esta idea, los niños son muy sensibles a la aparición de regularidades y patrones en su vida.

Curiosamente, los bebés son especialmente hábiles para comprender ciertos tipos de material, como la probabilidad de que se produzcan determinados sonidos en el discurso que les dirigimos. Pero necesitan muchos ejemplos para detectar regularidades.

Por eso, cuando los niños pequeños vuelven a ver el mismo programa, lo que están haciendo, lo sepan o no, está impulsado por el deseo de detectar y consolidar los patrones de lo que están viendo, oyendo o leyendo.

Por otra parte, seguir el argumento de una película o de una historia infantil, por más sencilla que parezca, es un reto y un esfuerzo para los niños. Por eso, se sienten felices cuando al verla una vez más, entienden un poco mejor el hilo y les hace más sentido. Cada vez que están expuestos a la misma situación, su entendimiento crece. La repetición constante no sólo ayuda al desarrollo de habilidades de lenguaje y narrativas, sino a la capacidad de comprensión y aprendizaje.

Joan Wenter, doctora en psicología del desarrollo, explica: “Una vez que un niño ha dominado el diálogo de una película o la letra y baile de una canción, quiere celebrar su éxito participando de lo que ha visto, así que quiere continuar viéndola”. Así que aprenderse la canción de alguna película es un éxito total para tu hijo y quiere mostrarlo muchas veces. En el caso de las películas para niños, los dibujos, la música y los colores brillantes atraen aún más su atención y lo hacen aún más feliz, por ello aunque les ofrezcas opciones para ver o escuchar algo distinto, prefieren regresar y repetir muchas veces lo que ya conocen.

Confort de lo familiar

Los profesores señalan que además de favorecer el aprendizaje, la repetición también es beneficiosa para las emociones de los niños, en lo que aquí denominamos «efecto bienestar». La principal tarea de la infancia es aprender, y eso significa buscar activamente nuevas experiencias y estímulos.

Sin embargo, tener que procesar y adaptarse a cosas nuevas puede ser agotador, incluso para un niño pequeño con una energía desbordante. El mundo también puede ser un lugar más extraño y estresante para los niños que para los adultos. Como adulto, habrás aprendido qué esperar y cómo comportarte en determinados contextos, pero los niños se enfrentan constantemente a situaciones nuevas por primera vez.

Los estímulos conocidos, como ese episodio de televisión que ya han visto innumerables veces, pueden proporcionar una fuente de confort y seguridad que amortigüe el estrés y la incertidumbre.

El interés profundo en una actividad concreta también puede proporcionar beneficios para el bienestar a través de una sensación de control y dominio.

En la guardería, la escuela y otros lugares, los niños se enfrentan constantemente a retos y se ven obligados a ampliar sus conocimientos. Esto es crucial para el aprendizaje, pero también supone una amenaza para su sentimiento de capacidad.

Poder relajarse en una actividad en la que se sienten bien, como un juego favorito, satisface estas necesidades respecto a su capacidad.

Además, la posibilidad de dedicarse a una actividad que les gusta les da una sensación de autonomía y control sobre sus vidas, que de otro modo suelen pasar trasladados por padres de aquí para allá.

Por supuesto, no hay ninguna regla empírica que pueda aplicarse a todos los niños en todos los contextos. Como padres, sólo deberían estar atentos a la situación y tomar una decisión si ven puede afectar la capacidad del niño para dedicarse a otros aspectos importantes de su vida, como salir de casa a tiempo, relacionarse con los demás o hacer ejercicio físico.